top of page

Enfermos por vocación

¿Cuántos de nosotros no hemos dicho a algún conocido: “Tú no estás enfermo, ¡Eres hipocondríaco!”?, como descartando con esa etiqueta la presencia de un trastorno real. Sin embargo, la hipocondría sí es una enfermedad que requiere atención especializada y, ante todo, que el hipocondríaco desee curarse.


La hipocondría es un padecimiento que se clasifica dentro de los trastornos somatomorfes. Entre los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-IV), encontramos que la hipocondría es la: preocupación y miedo a tener, o la convicción de padecer, una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de síntomas somáticos, que persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas apropiadas, y provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.


La aparición del padecimiento se relaciona con varios factores, entre los que se encuentran las vivencias infantiles alrededor de una situación de enfermedad; es decir, si la persona recibió atención especial y exagerada durante un malestar de la niñez, puede que ya de adulto reactive esa experiencia ante la sensación de soledad o abandono, y busque obtener el mismo nivel de atención que obtuvo entonces por parte de sus seres queridos, lo cual se transforma en un problema cuando esa actitud se vuelve una conducta repetitiva ante situaciones de dificultad.


Otro factor, también definido en los primeros años de vida, tiene que ver con haber presenciado el deterioro y el sufrimiento de un familiar enfermo, pues el pequeño observador puede presentar una identificación extrema con su ser querido. Y si el individuo no asimila esa experiencia, se activarán en él síntomas de ansiedad y sentimientos de vulnerabilidad ante las frustraciones cotidianas, así como una preocupación exagerada sobre la propia salud.


Con todo lo anterior, existe un fuerte riesgo de que, al llegar a la edad adulta, esa identificación se transforme en hipocondría.


Otro factor no tan raro seria que los padres tengan rasgos obsesivo –compulsivos sobre la salud y la integridad del estado físico del niño y que continuamente estén revisando su cuerpo en busca de signos de patología, y que esta angustia irracional sea transmitida al niño como la forma de enfrentar los momentos de tensión. Es decir se utiliza el cuidado exagerado del cuerpo como medio de expresión de las dificultades personales que no se verbalizan o se enfrentan directamente.

HIPOCONDRÍACO, ¿YO?