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Adultos Mayores Activos y Plenos

Por: Karina Denisse González Padilla


La mayoría de nosotros tenemos la fortuna de contar con algún adulto mayor en nuestras vidas, ya sea alguno de nuestros padres, tíos, abuelos, algún vecino o conocido muy cercano. Disfrutar de ellos es una gran fortuna, pues tienen una gran riqueza que aportar a nuestras vidas, su legado de sabiduría, experiencia, humor, fragilidad, inocencia y practicidad ante los conflictos les convierte en una fuente incuantificable de información para nuestro día a día. Históricamente, el adulto mayor ha sido respetado y valorado por estas razones, además de ser los fundadores de la familia y la sociedad. Sin embargo, a lo largo de los años, el adulto mayor va disminuyendo sus actividades, limitando su movilidad e independencia, lo que ocasiona deterioro de sus habilidades y bienestar tanto físico como emocional. Especialmente en sociedades como la nuestra, donde de acuerdo a la Ley Mexicana, al alcanzar los 60 años de edad ya se es considerado adulto mayor (Ley de Los Derechos de Las Personas Adultas Mayores, 2002). En muchas de las ocasiones es la misma sociedad quien comienza a truncar sus deseos de superación y crecimiento, al disminuir las formas en la que puede participar

activamente.


Durante la tercera edad, los humanos nos enfrentamos a situaciones que crean un desequilibrio en el desarrollo de las capacidades sociales, motoras, psicológicas y emocionales, derivando en padecimientos y situaciones que dañan su autoestima, salud física e incluso las relaciones con sus seres más cercanos -cónyuges, familiares, cuidadores y amistades. De acuerdo a la Teoría del Desarrollo psicosocial de Eric Erikson (2005), los adultos mayores se encuentran en la octava etapa o síntesis final de la vida, donde la integridad se confronta con la desesperanza y sobresale la sabiduría como forma de ver y sentir la vida. De esta misma forma, Erikson plantea que el adulto mayor considera el pasado y el presente al contemplar el futuro, y que, como todo es procesal, acumulativo, interdependiente, la vida puede no tener esa síntesis, ser desesperadamente no deseada, pues trae, en su contenido, todos los elementos distónicos y ritualizaciones desintegrantes.


Es así como las pérdidas de cónyuge y/o familiares, el cambio de rutina, pérdida de empleo, el deterioro de sus capacidades y la dependencia de otros adultos para la realización de actividades y desplazamiento, son factores que pueden provocar tristeza, frustración, sensación de desesperanza, ansiedad y depresión en el adulto mayor. La teoría de Erikson considera esta desesperanza como una crisis que puede representar una oportunidad para el desarrollo del adulto mayor, o bien un momento de regresividad. La respuesta dependerá tanto del adulto mayor como de aquellos de quienes depende, así como del trato y tipo de atención que reciba. La falta de atención oportuna, que garantice el desarrollo personal, profesional y emocional de los adultos mayores, presenta la oportunidad de la regresividad, al ocasionar deterioro de la salud en diferentes ámbitos.


A lo largo de la vejez, el adulto mayor se enfrentará a algún padecimiento emocional. La depresión puede pasarse por alto fácilmente, debido a que ellos mismos tienden a pedir menos ayuda, desconocimiento del padecimiento, así como dificultades para identificar sentimientos de desesperanza o tristeza al confundirlos con cansancio por el mismo deterioro de sus aptitudes físicas y el sedentarismo “propios de la edad”. La ansiedad se manifiesta en síntomas físicos que incluso pueden derivar en consultas médicas con tratamientos para los mismos, más no para la raíz. Estas manifestaciones en el cuerpo corresponden a la somatización, definida por Lipowski como una tendencia a experimentar y comunicar estrés somático en respuesta a estrés psicosocial y buscar ayuda médica.


Hoy más nunca debe considerarse nuevamente a los adultos mayores como la piedra angular de la sociedad y rendirles el honor que merecen. La Organización Mundial de la Salud estableció ésta como la La Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030), que ofrece la oportunidad de aunar a los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y el sector privado en torno a diez años de acción concertada, catalizadora y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven. garantizar que todas las personas puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad y en un entorno saludable. (World Health Organization, 2022). Pero, ¿cómo podemos reintegrar a estos miembros a nuestra sociedad y proporcionarles herramientas para que, durante esta larga etapa de la vida, que puede convertirse en la más larga y superar incluso las tres décadas, tengan la oportunidad de vivir plenamente, ejercer su movilidad y autonomía, expresar su creatividad y ser miembros activos en sus círculos sociales y familiares?.


Es necesario reconocer que las capacidades físicas y emocionales disminuyen con la edad, pues obedecen a las leyes naturales de la vida, sin embargo es posible mantenerse activo y disfrutar de buena salud o mejorarla por medio de actividades que favorez